El primer caso de Unamuno

Miguel de Unamuno (1864-1936) fue muchas cosas en sus 72 años de vida: intelectual, filósofo, novelista, articulista, ensayista, dramaturgo, poeta, rector de la universidad de Salamanca, profesor, diputado de las Cortes constituyentes de la Segunda República, polemista… Y ahora se convierte en detective de la mano de Luis García Jambrina.

Luis García Jambrina (Zamora, 1960) es escritor, crítico literario y profesor de Literatura Española en la Universidad de Salamanca. Como novelista, se dio a conocer con El manuscrito de piedra (2008), ambientado en Salamanca.

Otoño de 1905: la privatización de las tierras agrarias y la concentración de grandes parcelas en pocas manos para crear grandes dehesas de cría de ganado obligan a muchos campesinos a emigrar. Es el caso de los vecinos de la localidad salmantina de Boada, quienes llegan a enviar una carta al presidente de Argentina en la que manifiestan su deseo de emigrar en bloque a ese país.

El periodista y ensayista Ramiro de Maeztu da a conocer la noticia a través de un artículo en el que carga contra los vecinos de la localidad, a los que acusa de cobardes y antipatriotas. Eso indigna a Miguel de Unamuno, quien responde con otro artículo en el que se pone del lado de los lugareños y contra los terratenientes y las autoridades, a las que culpa de haber dejado a los vecinos sin recursos ni forma alguna de ganarse la vida. Se desata a partir de ahí una encendida polémica nacional, en España no se habla de otra cosa.

Fue ahí, a principios del siglo XX, cuando comenzó a gestarse la despoblación del campo español, la España vaciada. Unamuno no solo vio venir el problema, sino que se enfrentó a él. De hecho, según varios estudiosos de Unamuno, es muy probable que fuera su implicación en las campañas agrarias lo que en 1914 le costó ser cesado por primera vez como rector de la Universidad de Salamanca.

Ese es el punto de partida, absolutamente real, de El primer caso de Unamuno (Anagrama), la nueva novela de Luis García Jambrina. El escritor, quien en el pasado ya convirtió a Fernando de Rojas en detective, se lanza ahora a hacer lo propio con Unamuno. El resultado es un libro vibrante en el que el intelectual más representativo de la generación del 98 tiene que resolver un crimen en Boada inspirado también en hechos reales: el que tuvo lugar en Matilla de los Caños del Río, un pueblo cercano, cuando un capataz fue asesinado a puñaladas a manos de todos los vecinos del pueblo.

A partir de ahí, Jambrina echa a volar la ficción y convierte a Unamuno en un detective andante (porque tiene mucho de quijotesco) que se lanza a investigar ese asesinato. Pero el contexto social y el trasfondo histórico de la novela son verídicos, así como el retrato que en ella se hace de Unamuno, un personaje complejo e inclasificable, con muchas facetas.

La novela se ambienta en uno de los problemas más acuciantes de la primera mitad del siglo XX, el subempleo agrario en la España latifundista. Este fue uno de los focos principales de conflicto en la Segunda República (1931-1939). En otras zonas de la meseta norte abundaba la pequeña propiedad, pero la provincia de Salamanca, al igual que en Extremadura o Andalucía, se caracterizaba entonces y ahora por la explotación extensiva, por ejemplo, en las grandes dehesas, lo que creaba pocas oportunidades de trabajo a los jornaleros. Hoy, ya no se habla de «reforma agraria», pues el problema se «resolvió» a mediados del pasado siglo por la emigración. La dehesa salmantina también se ha reinventado y, junto con los toros de lidia, se crían especies autóctonas (vacas cerdos) de mayor rendimiento económico.

El Unamuno detective creado por Jambrina tiene un ayudante: el abogado Manuel Rivera, un personaje a medio camino entre el Watson de Sherlock Holmes y el Sancho Panza del Quijote. La novela cuenta asimismo con un personaje femenino, el de Teresa Maragall, una joven anarquista que causa una profunda impresión en Unamuno y le hace entender que los sentimientos, la imaginación y la intuición son tan importantes como la razón. Unamuno comienza en la novela de Jambrina siendo profundamente racionalista (como lo fue en una época de su vida) para luego darse cuenta de que también es necesario dar cabida a los sentimientos. Según sus palabras, “hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento».

Una nueva saga

El título de la novela, El primer caso de Unamuno, ya anticipa que estamos ante una saga, como lo fue la que Jambina construyó en torno a Fernando de Rojas, el autor de La Celestina (1499), convertido en pesquisidor. El novelista ya tiene en mente otros cuatro libros protagonizados por el detective Unamuno, centrados siempre en casos con una base real, relacionados con el contexto histórico y biográfico del intelectual y situados en diferentes épocas; la I Guerra Mundial, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República y la Guerra Civil.

CON INFORMACIÓN DE www.elconfidencial.com

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